Londres: Días 8, 9 y 10

Hello Hello... ¿Cómo están? Me da mucho gusto saludarlos otra vez.

Cada vez nos acercamos más y más al final de éstas aventuras (y en realidad me urge, ya que quiero hablarles de más cosas) y he disfrutado mucho compartirles un pedacito de lo mucho que traje de Londres conmigo. 

Acompáñenme a cómo fue que conocí otros lugares importantes y cumplí un sueño hermoso. ¡Vamos!


Lunes: Octavo día

Bank Holiday! 
Al igual que mi primera vez en la ciudad, en ésta ocasión me tocó lo que ellos llaman "Bank Holiday" que es básicamente un puente, un día libre en donde los bancos y la mayoría de negocios importantes están cerrados. 

Aquí les confieso que mi intención era salir de Londres e ir a alguno de esos condados bonitos típicos de Inglaterra, viajar en tren como Harry Potter y buscar al señor Darcy... Pero, mi presupuesto era limitado y el tren no era nada nada barato, así que decidí ver las partes que me faltaban.

Agendé un tour con la bonita agencia de la que les hablé y el tour recorrería la City of London (en un rato les explico) Pero, me da pena contarles que no llegué a tiempo (iniciaba a las 11)  y perdí mi reservación, pero, me dió tiempo de volver a un lugar que había visitado antes y estar ahí por lo menos hasta la hora en la que reagendé. 

Fue así como, a medio día, andaba yo en el famoso O2 de Londres. Mi objetivo era tomar un bote. 
Antes conocido como el Millenium Dome, el O2 es un lugar de entretenimiento en donde se encuentra la arena O2, donde se llevan a cabo conciertos con capacidad para 20 mil personas. 

La arena está rodeada de una plaza, con muchos restaurantes, lugares de juegos, experiencias virtuales, un cine y lo que mis amigos el año pasado llamaron "tiendas muy baratas" (para nada) 
Para mí, fuera de los icónicos conciertos, no tiene nada de especial y me parece que es un lugar al que debe irse acompañado, pero lo que averigüe fue lo siguiente:

Pues resulta que por allá de finales de los años 90, el gobierno británico quería celebrar la llegada del nuevo milenio a lo grande. Fue así como mandaron a construir el Millenium Dome, del tamaño de 12 canchas de futbol. 

El proyecto en su momento fue muy polémico, ya que costó varios millones de libras y la gente pensaba que era algo innecesario y al principio contenía una exposición aburridísima sobre el futuro y el progreso; dicha exposición fue un fracaso rotundo y la falta de visitas, más las críticas de ciudadanos y medios, lo convirtieron en flop.
Pero todo cambió cuando años después la empresa de comunicaciones O2 adquirió la propiedad lo remodeló y lo transformó en el centro de conciertos y entretenimiento más cool de Londres.

Desde entonces, el domo se llenó de vida: conciertos de Beyoncé, Coldplay, Harry Styles y hasta premiaciones y eventos de moda. 


En fin, estuve ahí un rato, me quedé en una cafetería para desayunar barato, ví merch oficial, pasee en sus spots para fotos y a cierta hora en particular, salí para dirigirme al puerto de donde zarpa el Uber Boat. 

Uber Boat es la opción más económica para viajar en el Támesis y ver la ciudad desde el río. El año pasado tuve la oportunidad de viajar así y fue hermoso pasar debajo de los puentes y llegar hasta el puerto frente al Big Ben. 


En ésta ocasión tenía la misma intención, pero, no tenía demasiado dinero y había muchísima gente. 
Opté entonces por el teleférico... pero de igual forma, las multitudes me detuvieron y tuve que irme en metro. Pero estuvo bien. 


La cita con los del tour era a la salida de la estación Tower Bridge del metro y llegué justo a tiempo. 

Lo primero que nos explicaron fue todo respecto a un lugar tan icónico de Londres, que es muchísimo más antiguo que naciones enteras: La Torre de Londres


La cosa está así: Londres comenzó como una ciudad romana llamada Londinium que fue fundada en aproximadamente el año 50 d.C y se convirtió en un lugar de comercio. Se dice que para los romanos era un lugar muy inferior; aún así fundaron mercados, puentes y puertos que conectaban al resto del poderoso imperio con el condado de Britania. 
Ésto duró así hasta que en el siglo V, las invasiones sajonas llevaron a Londinium a su declive y eventualmente fue la caída del imperio romano. 

Posteriormente fue llamada Lundemburg y a partir del año 886, Alfredo el Grande restauró a la ciudad entera y fundó lo que hoy llamamos Londres. 

El tour inició en las ruinas de Londinium frente a la torre y con ese contexto histórico ésta lugar fue construido. 

La Torre de Londres no es solo una torre. Es un castillo, fortaleza, prisión, zoológico, arsenal, palacio real y lugar de ejecuciones (sí, todo eso en uno solo) 
Allá por el año 1066, Guillermo el Conquistador  invadió Inglaterra, ganó la Batalla de Hastings y dijo “pues ya que gané, me voy a construir un castillito para que todos sepan quién manda”. Y así nació la White Tower, el núcleo de lo que hoy conocemos como la Torre de Londres.
La idea era simple: imponer respeto. Era un símbolo de poder. Y claro, funcionó… más o menos...
Después de eso, todo el mundo la quiso tomar.

Durante siglos, la Torre fue el epicentro del poder político y militar. Quien controlaba la Torre, controlaba Londres (y por lo tanto, Inglaterra entera).
Por eso hubo montones de intentos de invasión… pero casi nadie logró entrar.

Uno de los más sonados fue el de los barones rebeldes, durante el reinado de Juan sin Tierra (sí, el villano de Robin Hood). Estos señores se hartaron de su tiranía y querían tomar la Torre, pero el rey tenía la ventaja: sus muros eran prácticamente impenetrables.
Aun así, en el siglo XIVuna turba de campesinos enfurecidos durante la Revuelta Campesina de 1381 logró lo impensable: ¡entraron a la Torre!. Imagínense... Miles de personas enfadadas con los impuestos y el abuso del poder, cruzando el puente levadizo y asaltando la fortaleza más segura de Inglaterra. Fue un caos. Los rebeldes ejecutaron a funcionarios reales y tomaron el control por un breve (pero intenso) momento.

Después de eso, los reyes se pusieron las pilas: reforzaron las murallas, levantaron torres de vigilancia y convirtieron la Torre en una mini ciudad fortificada. Tenía su propio foso, capilla, talleres, caballerizas y hasta un pequeño zoológico real (sí, hubo leones, osos y hasta un elefante regalado por el rey de Francia 🦁🐘).

Y aunque fue sitio militar durante siglos, nadie volvió a conquistarla. Ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Londres fue bombardeado: la Torre resistió estoica, con las Joyas de la Corona escondidas en bóvedas secretas

Lo impresionante es que la Torre sobrevivió a invasiones, incendios, revueltas, traiciones y revoluciones, y sigue ahí, entera, mirando el Támesis como si nada y prevalece como un lugar que defendía a la ciudad entera, impenetrable, corazón de la nación y que ha visto batallas al más puro estilo de El señor de los anillos. 

Les contaré los chismes más jugosos:

  1. Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, fue encarcelada y decapitada ahí mismito, acusada de traición y adulterio (todos sabemos que Enrique estaba loco). Dicen que su fantasma todavía ronda por los pasillos con la cabeza bajo el brazo.
  2.  También encerraron ahí a los Príncipes en la Torre, dos pequeñitos de la realeza que desaparecieron misteriosamente (probablemente por órdenes de su tío, que luego se coronó como Ricardo III).
Y si eso no fuera suficiente, el lugar resguarda las Joyas de la Corona, esas que valen más que la renta de toda Londres junta. Están tan protegidas que hasta el aire que las rodea parece tener protocolo de seguridad.

Lo que más me impresionó es que, a pesar de toda la historia trágica y ser uno de los sitios más embrujados de la tierra, el lugar tiene una belleza sombría que hipnotiza. Las piedras parecen guardar murmullos, y los guardias (los famosos Beefeaters, con sus trajes rojos de otro siglo) te cuentan los chismes de los reyes con un dramatismo digno de telenovela.

Y claro, no podían faltar los cuervos. Resulta que hay varios viviendo ahí con nombre y todo, porque según la leyenda, si los cuervos se van, la torre caerá y si la torre cae, el Reino entero caerá. Así que obvio los cuidan como si fueran celebridades del castillo.

No podría contarles TODO lo que ha visto la torre de Londres, porque jamás terminaría... pero eso es parte de lo más importante. 

Uno puede entrar a la torre, obvio, pero es ridículamente caro, así que no entré, pero sé que por dentro hacen homenaje a Ana Bolena en el lugar que murió y se pueden ver muy de cerca las joyas de la corona entre tantos otros tesoros medievales. 

Después de la Torre, el guía nos llevó a aquello que cruza el Támesis y conecta la Torre con el resto de la ciudad, otro lugar emblemático de Londres, spot imperdible y escenario de varias películas, videos... Obviamente les hablo de el puente de la Torre.  


El mal llamado "Puente de Londres" es conocido así por todo el mundo gracias a su belleza, pero el verdadero puente de Londres es en realidad más viejo y menos colorido. 

Lo construyeron a finales del siglo XIX, cuando Londres ya era la gran capital del Imperio Británico y el tráfico en el río Támesis era un caos total. Había barcos por todos lados, así que el arquitecto Sir Horace Jones (nombre de villano elegante, admitámoslo) tuvo la brillante idea de crear un puente levadizo que permitiera el paso de los barcos sin bloquear la ciudad.
Y no cualquier puente: este se tenía que ver importante, imponente y digno de una reina.

Así que en 1894, después de ocho años de construcción y un montón de drama político (porque hasta en la época victoriana había haters), se inauguró el Tower Bridge. Con dos torres góticas majestuosas, pasarelas elevadas y un mecanismo que, hasta hoy, sigue siendo una joya de la ingeniería.

Y sí, se abre y se cierra varias veces al día, con una precisión casi teatral. Es todo un espectáculo: las compuertas suben lentamente, los barcos pasan, y los turistas gritan y aplauden como si acabaran de ver un truco de magia.
Dato curioso: antes el puente funcionaba con motores a vapor, y los ingenieros de entonces iban vestidos de gala para operarlo (porque los ingleses siempre han sido bien elegantes). 

El puente alberga hoy un museo muy interesante sobre la industrialización del país (ustedes saben que Inglaterra fue la cuna de la revolución industrial) Y cruzarlo por arriba en sus pisos de cristal es una experiencia muy bonita que viví el año pasado. 

Ahí fue donde le dieron una paliza a Spiderman :c y a Sherlock Holmes también, cuando apenas se estaba construyendo. 

Ha sido escenario de situaciones un poco random. 

  • En 1952, un autobús londinense saltó literalmente sobre el puente cuando se empezó a abrir por accidente.
  •  En 1997, un político quedó atrapado con su coche justo en medio mientras el puente se levantaba. Sí sobrevivió, pero que oso. 

Hoy el Tower Bridge es más que un puente: es una diva mecánica que representa a Londres en todas las películas, postales y sueños turísticos. Un ícono que combina fuerza, belleza y un toque de dramatismo, justo como cualquier buen protagonista británico.

Continué el tour con el viento del Támesis despeinándome y la sensación de estar en una escena épica. Porque si algo tiene Londres, es esa magia de mezclar historia, elegancia y un poquito de caos cinematográfico.

Ahora sí, déjenme explicarles algo... La Torre y el puente se encuentran dentro de la City of London. 

La City of London —también conocida como The Square Mile— es básicamente el corazón original de Londres.
Sí, ese Londres del que nació todo lo demás.
Mientras el resto de la ciudad fue expandiéndose con los siglos, la City se quedó ahí, chiquita pero poderosa, con su propia historia, leyes y vibra completamente distinta.

O sea, Londres es la capital de Inglaterra…
pero la City of London es otra cosa: una entidad independiente, casi un pequeño país dentro de la ciudad.
Tiene su propio alcalde (que no es el mismo que el de todo Londres), su propio escudo, su propia policía (la City of London Police), y hasta sus propias reglas medievales que siguen vigentes porque los británicos son los reyes de las leyes absurdas. 
 

Aquí están todos los rascacielos más modernos, como The Gherkin, The Cheesegrater o The Walkie-Talkie. Y al mismo tiempo, entre esos colosos de vidrio, todavía sobreviven callecitas empedradas, iglesias medievales y rincones que parecen sacados de una novela histórica.

Caminar por la City es como ver el pasado y el futuro de Londres coexistiendo, lado a lado:
De un lado tienen la Torre de Londres, símbolo del poder medieval…
Y del otro, los bancos, aseguradoras y corporaciones que mueven millones de libras al día.
Todo en una milla cuadrada perfectamente británica y perfectamente caótica.

La City tiene un dato curiosísimo:
Cada vez que el monarca quiera entrar o pasar por la City, tiene que pedir permiso simbólicamente al Lord Mayor para entrar. 
Sí, aunque sea el rey.

Lo cierto es que durante el tour no tomé demasiadas fotos porque ya no tenía pila, ni vimos otros tantos lugares... Hay más cosas sobre esa época Romana de la ciudad, como los vestigios de los mercados y muchas cosas en ruinas, también convertidas en eso por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. 


Después de recorrer la City entre puentes, rascacielos y fantasmas medievales, mi última parada fue la Catedral de San Pablo y les juro que verla aparecer entre los edificios modernos fue como entrar a otro tiempo
Imponente, brillante, con esa cúpula gigante que parece tocar el cielo londinense.

Todo empezó en el año 604 (sí, hace más de mil cuatrocientos años), cuando se construyó la primera iglesia dedicada a San Pablo en ese mismo lugar. Pero Londres siempre ha sido medio caótico, y entre incendios, invasiones y guerras, la pobre catedral fue destruida varias veces.

La versión que conocemos hoy (la espectacular, la cinematográfica, la de postales) nació después del Gran Incendio de Londres de 1666, cuando las llamas arrasaron casi toda la ciudad.
Y ahí entra nuestro protagonista: Sir Christopher Wren, el arquitecto estrella del momento, que decidió no solo reconstruir la catedral… sino superarse.

Wren diseñó una de las obras maestras del barroco inglés, coronada por una cúpula monumental que todavía hoy domina el skyline londinense. Fun fact: esa cúpula es una de las más grandes del mundo e inspiró a otras como la del capitolio de Washington.

Obvio, no faltaron los escándalos durante su construcción: presupuestos que se dispararon, críticas de los puristas religiosos (“¿por qué parece romana y no gótica?”, decían), y hasta chismes de que Wren escondía mensajes secretos en el diseño. 

San Pablo se convirtió en símbolo de resistencia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras Londres ardía por los bombardeos, las fotos de la cúpula intacta entre el humo se volvieron ícono nacional. La imagen era tan poderosa que Churchill mandó protegerla “a toda costa”.
Porque si San Pablo sobrevivía, significaba que Londres también. 

Y claro, también ha sido escenario de momentos que marcaron la historia británica:
👑 La boda de Carlos y Diana en 1981. (Se dice que el haber escogido ese lugar fue una idea de Diana ante la indiferencia de la Reina, como una venganza. Al estar en la City, la reina habría tenido que pedir permiso para asistir a la boda DE SU PROPIO HIJO) 
Los funerales de Churchill y Margaret Thatcher.
Y hasta conciertos y servicios especiales para honrar a héroes nacionales y artistas.

Pero más allá de eso, la catedral tiene una magia especial. Subir sus 528 escalones hasta la Cúpula Dorada es todo un reto que no acepté, porque además estaba cerrado. Desde arriba, Londres se ve inmenso, mezclando historia y modernidad como solo esta ciudad sabe hacerlo.

Y si bajan al subsuelo, la cripta guarda tumbas de figuras legendarias: Wren mismo (con la inscripción “Si buscas su monumento, mira a tu alrededor”), el duque de Wellington, Lord Nelson… pura realeza militar y artística.

Cuando cayó la tarde y el cielo londinense se tiñó de ese gris dorado que solo existe ahí, emprendí el camino de regreso a mi homestay.

Ya sin pila en el celular (ni en el cuerpo), con los pies pidiendo tregua y la mente todavía girando entre puentes, torres y cúpulas, me subí al metro rumbo a “casa”.

No voy a mentir: el día tuvo de todo.
Hubo cansancio, hubo comentarios racistas de unos españoles que me hicieron apretar los dientes y respirar hondo (porque una aprende que la elegancia también es una forma de resistencia).
Hubo frustración por no poder tomar más fotos cuando el teléfono se rindió.

Pero también hubo risas, asombro y ese tipo de silencio bonito que se siente cuando uno camina por lugares cargados de historia.
Hubo ese instante frente a San Pablo donde, por un segundo, sentí que todo el ruido de Londres se apagaba y solo quedaba el eco del día entero latiendo conmigo.

Y aunque el camino de vuelta fue largo, con los vagones llenos y el aire denso de las nueve de la noche, yo iba con una sonrisa chiquita, como quien sabe que está viviendo algo que, más tarde, va a recordar con ternura.

Porque sí: a veces viajar no es perfecto, ni fácil, ni cómodo. Pero es real.
Y ese día, entre la historia, el cansancio y los contrastes, descubrí una versión de mí que también sabe disfrutar el caos.

Que día taaan largo ¿No? Ya me acabé las palabras sólo con el primero, pero ahí no acaba...

Martes: Noveno día

Fuí a la escuela. FIN

En serio... Fuí a clases, comí en el Pret y regresé a casa a dormir, porque estaba tan cansada que no podía más. Aproveché para hablar por teléfono con las personas que más quiero, comer bien, escribir, tomar un baño y jugar con Jasper, el bonito gatito de los vecinos. 


¿Me arrepentí de desperdiciar un día? SI. ¿Necesitaba ese descanso? Por supuesto. 
Pero... al final valió la pena para el importante evento al que tenía que acudir al día siguiente. 

Miércoles: Décimo día. 

La mañana, las clases y el almuerzo fueron completamente normales... Fuí a la escuela, comí ahí mismo con mis amigos y estuve un rato en el parque de enfrente. 

A las cuatro, me reuní con un amigo de mi primera visita, mi profesor Phil. 

Phil fue mi profesor la primera vez que fuí a Londres y mantuve contacto con él como el amigo que es, me ayudó en cosas desde lejos e intercambiamos música famosa de nuestras respectivas naciones. Fue muy bonito verlo nuevamente y tomar el té, como prometió que lo haríamos para vivir por completo la experiencia británica. 

Y si está leyendo ésto, le mando un abrazo enormeee. See you soon! 🩷

Después de una muy bonita charla, Phil me acompañó caminando hasta el destino final del día, un lugar hiper importante en donde nos despedimos y me dejó para que yo pudiera vivir un sueño.

Verán, Mamma Mia es de mis cosas favoritas en el mundo... Mi película de confort, lo que ha inspirado a mis vacaciones soñadas, con mis canciones favoritas. Es algo muy muy importante para mí que ha estado conmigo gran parte de mi vida. 

El año pasado, pude haber visto el musical en vivo, en el Novello Theatre, pero por una u otra razón, no pude hacerlo y me arrepentí durante todo un año. 

Sin embargo; al regresar a Londres, me prometí que no dejaría pasar la oportunidad nuevamente y lo logré. 

El Novello Theatre es una joya del Londres artístico: todo elegante, con ese aire clásico de terciopelo rojo, lámparas doradas y butacas que crujen con historia.
Fue inaugurado en 1905 y lleva el nombre de Ivor Novello, un compositor y actor galés que fue básicamente el Harry Styles del teatro británico en su época (hermoso, talentoso y trágicamente romántico).
Ahí se han presentado desde comedias ligeras hasta tragedias victorianas, pero hoy su corazón late al ritmo de ABBA.

Y es que ver Mamma Mia! en Londres es otra cosa.
Desde el primer acorde, el teatro entero vibró como si estuviéramos en una fiesta a la que todos fueron invitados sin planearlo. Las luces, el público, las risas… todo tiene esa energía contagiosa que te hace olvidar por completo que afuera hay una ciudad corriendo bajo la lluvia.

No les voy a explicar la historia del musical, porque seguramente ya la saben (y quiero dedicarle un capitulo después) pero quiero comentarles que el espectáculo fue el mejor que he visto EN MI VIDA 


Reí, canté, lloré y bailé... Desde Honey Honey hasta Waterloo fue una emoción indescriptible y el escenario, los actores, las canciones, los vestuarios y la vibra de toda la gente, me hicieron calificar a ésta experiencia como lo mejor de mi viaje. 

Salí del Novello con los oídos zumbando, la voz un poco ronca y el corazón feliz. Afuera llovía, porque Londres no perdona, pero las luces del West End se reflejaban en el pavimento mojado como si la ciudad misma también cantara.

Y mientras caminaba rumbo al metro, todavía tarareando “Thank You for the Music”, supe que esa noche iba a quedarse conmigo mucho tiempo.
Porque hay días que se viven, y noches que se recuerdan. Y esta, definitivamente, fue de las segundas. 


Hasta me emociono nada más de recordar esa noche. De verdad no puedo describirlo.

Al final, estos tres días me enseñaron algo claro: un viaje no es solo ver lugares, sino alternar entre explorar, descansar y emocionarse. Y en Londres, eso se vive en cada esquina, en cada torre, en cada canción que se queda mucho después de que la última luz se apaga. ✨🎭

Ay amigues... Todo ésto fue completamente mágico... ¡Y aún no acabamos! Pero ya casi.

Gracias por haberme acompañado en ésta narración, por estar conmigo en éstas aventuras y por leer todo ésto. 

¡Nos vemos en la siguiente! 💖💖💖💖













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