La moda es también esperanza

Hola y bienvenidos a una entrega más. 
Hay demasiadas cosas de las que tenemos que hablar, por ejemplo; mi última semana en Londres que fue de lo más caótica y con mucho aprendizaje, además de un tema más nacional en conmemoración al mes patrio y el primer año de éste proyecto que ha tenido altas y bajas. (Lamento mucho los momentos difíciles que me han orillado a no ser tan constante).

Como quizás ya se dieron cuenta, gracias al título, hoy hablaré de un tema muchísimo más serio que las fiestas patrias y los viajes. 
Y es que, el pasado 10 de Septiembre, un día que fue marcado por tragedias, se conmemoró como cada año el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. 
Me he dispuesto a hacer ésto no como sobreviviente ni "víctima" sino como conocedora del tema y una persona comprometida con aportar con un pequeño grano de arena  a que el mundo sea un lugar mejor. 

Acompáñenme a hablar de ello, a no tenerle miedo, a afrontarlo. 




Su historia y datos

El suicidio ha sido a lo largo de nuestra existencia un tema tabú, algo de lo que nadie quiere hablar por lo que lo suele desencadenar. 
Es visto como un pecado en la mayoría de las religiones y como un acto de cobardía para las generaciones más viejas, pero para los jóvenes, un tema sensible que necesita más visibilización. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 10 de Septiembre como el día de la prevención del suicidio desde el año 2003, con el objetivo de que las naciones de todo el mundo implementen y promuevan acciones para prevenirlo y terminar con el estigma que sufren las personas con trastornos mentales. 

El suicidio ha sido un problema desde la antigüedad. Los romanos imponían severos castigos a los que atentaban contra su vida, ya que para ellos era también atentar contra los dioses. Dichos castigos prohibían un entierro digno a las personas que se suicidaban, fomentaba la mutilación de sus cuerpos y la deshonra familiar. 
Con el paso de los años, ese tipo de condenas no mejoraron y la imposición eclesiástica promovía la violencia severa contra las personas cuyos problemas mentales los llevaban a buscar una solución. 

Han sido más de cuarenta siglos de historia y solo los últimos dos se ha visto como un tema de salud, no de religión ni de atentados contra el estado. 

Y a pesar de eso, muchos diríamos que la OMS y los sistemas de salud pública y privada han fallado en el objetivo de tratar al suicidio como algo serio, un problema que es real y que poco a poco se va impregnando más y más en las mentes jóvenes. 
Los datos lo dicen:
  • Cada año, más de 720 000 personas fallecen por suicidio.
  • El suicidio es la tercera causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años.
  • El 73% de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
  • Las causas del suicidio son múltiples, ya que incluyen factores sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales presentes a lo largo de la vida.
  • Por cada suicidio, muchas más personas intentan suicidarse. En la población general, un intento previo es un importante factor de riesgo de suicidio. 

 La moda como refugio

En un espacio como este, dedicado a la moda, podría parecer extraño detenernos en un tema tan delicado. Pero la moda nunca ha sido solo superficialidad: es identidad, es refugio, es resistencia, es un espejo de cómo nos sentimos y cómo queremos presentarnos ante el mundo. Y, cuando hablamos de salud mental, ese mismo espejo cobra aún más importancia.
Ya he hablado de la moda y la salud mental, de formas en las que la moda nos puede ayudar y tendencias recientes para ello. Lo pueden ver en el siguiente link. 👉 Aquí

Quien alguna vez se ha sentido roto sabe que a veces elegir una prenda puede ser un acto de supervivencia. Vestirse no es vanidad: es gritar “sigo aquí”. Una chamarra oversized puede funcionar como armadura. Un vestido ligero puede ser un recordatorio de libertad. El color que elegimos para salir de casa puede ser, sin que lo notemos, un gesto de esperanza o de resistencia.

La moda, en ese sentido, es lenguaje. Un lenguaje silencioso, pero profundamente humano.

Eso nos lleva al bellísimo color amarillo como un símbolo de esperanza...

En la prevención del suicidio, el amarillo se ha convertido en un color de vida y de visibilidad. No es casualidad: el amarillo evoca la luz, el amanecer, la energía que vuelve tras la oscuridad. Incluirlo en nuestros looks no es solo una cuestión estética, es también un gesto de solidaridad. Puede ser un listón en la bolsa, una prenda completa o apenas un detalle en los accesorios, pero siempre será un recordatorio: la esperanza se viste, se porta, se comparte.

El color amarillo empezó a ser usado como el color de la prevención del suicidio gracias a la historia de Mike Emme, un joven víctima del suicidio en el año de 1994. 

Mike era un chico generoso y amigable que siempre se ofrecía a llevar a todos en su Mustang amarillo. Fue a raíz de su fallecimiento que sus amigos usaron listones amarillos como un homenaje a él y sus buenas acciones. Este gesto entonces se transformó en un movimiento global que dio pie a la fundación de Yellow Ribbon Suicide Prevention Program (Programa de la cinta amarilla para la prevención del suicidio) y así, el color se convirtió en el símbolo de esa lucha. 

En la moda, el amarillo ha tenido momentos icónicos: desde pasarelas vibrantes de Valentino o Dior, hasta street style donde el color rompe con la monotonía de la ciudad. Y hoy, llevarlo puede ser también un manifiesto personal y colectivo.

Así como la moda ha roto paradigmas y tabúes; construyendo nuevos ideales de belleza, visibilizando diversidades y defendiendo la autenticidad, también es momento de que hablemos sin miedo de la salud mental. El suicidio sigue siendo un tema estigmatizado, rodeado de silencio. Pero el silencio nunca ha sido aliado de la transformación.

Al contrario: hablar de lo que sentimos, atrevernos a pedir ayuda, escuchar a quienes amamos sin juicios… eso sí salva. Así como diseñadores y artistas usan la moda para contar historias incómodas y necesarias, nosotros podemos usarla como punto de partida para decir: “No estás solx”.

La ropa no resuelve la herida, pero puede acompañar el proceso. Puede darnos fuerza en un día difícil, o regalarnos confianza cuando sentimos que no tenemos nada más. La moda nos permite reinventarnos, mostrarnos vulnerables o fuertes, frágiles o radiantes. Y esa posibilidad de elegir cómo nos presentamos ante el mundo es también un recordatorio de que tenemos futuro, de que la vida sigue ofreciendo lienzos en blanco por vestir.

Un lugar seguro

La conmemoración se llevó a cabo hace ya diez días, pero esta una lucha que se debe tener siempre presente. 
Quiero invitarlos a que vean la moda no solo como estética, sino como un espacio de cuidado. Pónganse un toque amarillo, lleven un mensaje de esperanza en su outfit, pero sobre todo: cuídense, escuchen, hablen y rompan silencios.  

Si tú o alguien cercano está pasando por un momento difícil, no lo enfrentes en soledad. Buscar ayuda no es debilidad: es un acto de amor propio y de valentía.

Recursos contra el suicidio en México.

  • Línea de la Vida (Secretaría de Salud): 800 911 2000 (24/7, gratuita y confidencial).

  • SAPTEL (UNAM): 800 472 7835 (24/7, gratuita y confidencial).

  • Locatel CDMX: 55 5658 1111 (con atención psicológica y de crisis).

Recuerda: tu vida importa, tu historia importa, y siempre hay alguien dispuesto a escuchar.

Ésta entrega no fue solo realizada como una tarea en terapia, es también dar visibilidad de lo que me toca vivir todos los días. En mí, ustedes pueden encontrar un espacio seguro, se los prometo. 

¡Gracias por leer! 💛💛💛




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